Al pie de los Andes, en Ayacucho, los agricultores cultivan papas, quinua, habas, trigo y cebada en sus chacras (campos) para su subsistencia y el mercado local. También crían cuyes, ganado vacuno, ovejas y porcinos. Las familias mantienen tradiciones artesanales tales como cerámica, tejido y tallado de madera creando materiales para el uso del hogar y para la venta.
Desde su domesticación hace 6.000 años, la quinua ha sido una parte esencial de la dieta andina. Los incas la llamaban las lágrimas del sol.Durante los principios de la época colonial, los españoles dificultaron los sembríos de quinua, introduciendo en su lugar el trigo europeo. Hoy en día, la quinua ha sido redescubierta como un producto orgánico comercializable;, sin embargo su demanda mundial la ha hecho inasequible para la mayoría de las familias peruanas.
Los Servicios Educativos Promoción y Apoyo Rural (SEPAR) lanzaron el proyecto Jóvenes Emprendedores de Huamanguilla para fortalecer al agricultor joven de la región de Huamanguilla con el fin de obtener certificación orgánica para la exportación de quinua.
Al mismo tiempo que los jóvenes agricultores René Quispe, Ana María Berrocal, “Johncito” Sayas y “Sandra” Gálvez aprenden nuevas técnicas de cultivo y mercadeo de la quinua, continúan prácticas tradicionales en sus chacras para autoconsumo. En andenes en las laderas de la montaña siembran cultivos asociados – maíz con haba o arveja; papa con quínua.
Más allá de la agricultura
En su tiempo libre, los agricultores narran cuentos, tallan madera, elaboran objetos de barro y tejen. Hacen artesanías para la casa y para la venta. Muchos tocan música y bailan reuniéndose con la comunidad en ceremonias y fiestas agrícolas en homenaje a la vida.