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País d’acollida
País de acogida

  • Foto de Pedro García
    Foto de Pedro García

Cataluña tiene una tradición inigualable de integración de los recién llegados de otras partes de España y del extranjero a su entorno cultural. Considerado desde hace tiempo como un país de acogida, Cataluña se ha definido siempre por su ubicación y su milenaria historia marcada por la diversidad social y cultural.

En los últimos dos siglos, se han producido intensos flujos migratorios que han tenido un impacto significativo en la población. Durante el siglo XIX, se produjo el inicio de la industrialización y, en consecuencia, la población aumentó hasta 34%. Aunque esta tendencia quedó truncada por la Guerra Civil Española (1936-1939), Cataluña consiguió mantener su base industrial. Entre los años 1939 y 1981, la población se duplicó con la llegada de inmigrantes que buscaban trabajo de otras partes de España, sobre todo del sur, en ciudades como Badalona, Cornellà y L'Hospitalet de Llobregat.

En el contexto de la reciente crisis migratoria europea, más del 15% de los residentes en Cataluña son inmigrantes de diversos orígenes culturales y lingüísticos: norte de África, América Latina, China y Rumanía, entre otros. A pesar de estos picos de inmigración, y quizás como consecuencia, la sociedad catalana ha optado por la integración de los recién llegados. Por ejemplo, en 2009 los grupos de castells (torres humanas) iniciaron una campaña para la integración de la población recién llegada con el eslogan "Todos somos un grupo". En la escena musical, la icónica rumba catalana tiene sus orígenes en el flamenco gitano, la rumba cubana y otros sonidos de América Latina.

De todos modos, el concepto de integración catalán es un poco diferente del de los Estados Unidos. En lugar de reclamar identidades híbridas, los catalanes han integrado los recién llegados en su tarannà, es decir, a su manera de ser. La gente muestra su catalanidad hablando en catalán y participando en la vida diaria. Cuando una persona se apunta al comité de la festa major, por ejemplo, se dice que esa persona “fa poble” (hace pueblo). Cataluña integra las diferencias culturales, étnicas y políticas aceptando los recién llegados cuando empiezan a participar en la vida pública.


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