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“Qui no té l’eina, no té feina.
Quien no tiene herramienta, no tiene trabajo.”
Los catalanes adoptan como suyas a las empresas culturales y la libertad creativa, utilizando su fuerte cultura tradicional para impulsar la creatividad e innovación.
Los negocios familiares como las carnicerías y viñedos pasan recetas familiares de una generación a la siguiente, mientras exploran nuevos modelos de producción. Colectivos que comercializan vino, aceite de oliva y arroz juntan a los productores de la comunidad local para compartir el costo de procesar, empaquetar, distribuir y comercializar. Muchas empresas catalanas valoran los productos tradicionales, los ingredientes de alta calidad y los productores locales.
Incluso hay empresas especializadas que fabrican instalaciones artísticas para festivales dedicados al steampunk, una de las muchas innovaciones de vanguardia en las artes escénicas. Han aparecido una serie de festivales nuevos, como el festival Sónar, que se ha convertido en un fenómeno global. Hay otras empresas que crean y distribuyen juegos infantiles que enseñan valores muy preciados como la colaboración. Los catalanes participan activamente en eventos culturales que fomentan, a la vez que transforman, sus manifestaciones de arte tradicional.
La innovación ha llegado incluso a los icónicos castillos. En los años noventa, los grupos castellers vivieron varias transformaciones importantes, tales como la incorporación de las mujeres. Enseguida se dieron cuenta que podían levantar castillos mucho más altos que antes, ya que las mujeres normalmente pesan menos que los hombres. Hoy en día, de un total de cien grupos, hay diez que tienen mujeres como cabeza de grupo, y son reconocidas por ejercer un estilo de liderazgo diferente dentro de sus grupos.