Después de varios meses de haber transcurrido el festival, me gustaría compartir mis recuerdos con ustedes. Allí paseamos por las culturas de Colombia que nadie conoce; ¡ni siquiera aquellos colombianos que viajan tanto y aventuran a recorrer lo intransitable! Por su gran procesión por entre seis ecosistemas, el festival ilumina costumbres centenarias, los cuentos de la gente misma y sus maneras de sentir, expresar, encantar y embellecer los recursos naturales de Colombia, con la mentalidad y habilidad de conformar y de reformar su mundo.
Haber experimentado los contrastes en la variedad de estilos de vida y sus formas de emprendimiento fue una experiencia tremendamente enriquecedora para mí. ¿Cuándo es posible una oportunidad como esta? Ni cuando se viaja se logra ver tantos contrastes de vida en un solo sitio. ¡Es necesario viajar por tierra, por aire o por agua para lograr llegar a estos sitos remotos donde aquí en Washington se reunieron en un solo lugar! Fue espectacular. Muchas veces uno tiene que tener unos contactos especiales para lograr entrar a la región de la Amazonía más allá de Leticia el puerto turístico, por ejemplo las tribus remotas de La Chorrera, el Araracuara, el Miriparana. También sucede eso en el Llano o el Chocó con sus historias, sus bailes, y costumbres. El carretero, el arriero, los charangueros, y sus numerosas danzas que cuentan la vida de esclavitud, de la sobrevivencia de los indígenas de la región y sus mitologías. Las tradiciones del llanero y como se transporta con los caballos y como los vehículos marca “Jeep” evolucionaron a conformar la cultura del “yipao” que hasta hoy en día se han convertido en una competencia de audacias mecánicas y extremas, importantes en la región.
La presentación de la receta de la sopa de tukupí
Para mí fue un honor obtener la confianza de los Uitoto y la malokera Rachel Andoque, quien contó como la yuca creció y se convirtió en arbustos bajitos para más fácilmente lograr cosecharlos, y como los Dioses nos dieron el secreto de como cocinarlos para quitarle el veneno que existe en la yuca brava. Esta joyita de cuento es un legado que hay que proteger. Describió que los arbustos crecieron después de que las inundaciones arrogaron los árboles y que supieron que la yuca era venenosa porque se veían los animales dormir sin despertar después de comer la yuca. Esto fue un cuento muy especial que se reveló durante una presentación del como hacer la exótica y única sopa tukupi.
Haciendo casava
Una tarde dos intérpretes, Daniela Rodríguez y yo, decidimos hacer una presentación conjuntamente. Esto nos facilitó interpretar una demostración más completa mostrando la diferencia entre la forma de hacer el casave de dos tribus diferentes, la tribu Uitoto por Virgilina Makauna y la tribu Andoque con Ana Rosa Rodriguez. Se utilizaron los dos mata frío diferentes para exprimir la yuca molida; uno tejido de la mata de palma que es redonda y se estira con la masa por dentro, y el otro de la planta de kúmara, siendo un tejido plano que se tuerce entre dos personas. Además en la cocción la textura del casave resulta diferente.
El diálogo de dos culturas con el baile
Una mañana los indígenas de la Amazonía fueron a visitar el Museo Nacional del Indio Americano del Smithsonian, recientemente terminado en el mall. Allí, de casualidad, se encontraron con un grupo de indígenas Siletz del estado de Oregón, quienes eran bailadores oficiales de su tribu. Una de nuestras voluntarias les invitó a visitarnos en la exposición para conocer a nuestras culturas. El resultado fue un intercambio maravilloso y espontáneo de un baile indígena de cada continente en forma de intercambio y diálogo. Además los jefes de los grupos intercambiaron regalos. Los Siletz ofrecieron un tambor cuadrado, y los amazónicos un banco pensador. Aunque no hubo tiempo para sentar un diálogo de palabras, se consagró un ritual de intercambio mágico, profundo y natural.
“Nos contaron los abuelos”
En este espacio para compartir saberes, transcurrieron muchísimos intercambios maravillosos entre el público y entre varios presentadores inclusive de los diferentes expositores del festival incluyendo los grupos de los programas de Peace Corps y los de Rhythm and Blues. A los encuentros asistió muchísimo público. Se ve que el festival atrae a mucha gente interesada en aprender más a fondo sobre el país seleccionado, en este caso Colombia. Hubo muchos colombianos y latinos que querían escuchar sobre la riqueza de su propio país, y fue evidente que el aprendizaje fue igualmente importante para los expatriados colombianos.
El grupo más conmovedor para mí fue el de las mujeres indígenas contando sus experiencias como parteras y madres en el momento de dar luz a sus niños. Describieron como se alejan de la maloca por lo menos a 500 metros para tener sus bebés generalmente a solas. Se mantienen alejadas de la casa mientras su bebe y ellas recogen fuerzas. Cuando regresan con su bebe ya nacido, la tribu le ofrece una sopa de tukupí especial con ají para preparar el paladar y la garganta del bebé limpiando el esófago y preparando el sistema digestivo. El índice de mortalidad natal de estas comunidades es muy bajo. Si el Sabedor detecta un problema temprano en la gestación puede buscar asistencia para la madre en un centro médico del pueblo más cercano.
La discusión sobre el reciclaje que se sostuvo con Hernando Ruíz, especialista en reciclaje urbano, el artesano de taguaen Tinjacá Juan César Bonilla, y la directora de proyectos de reciclaje en la construcción de viviendas del Cuerpo de Paz en Centro América, fue un fantástico intercambio de saberes y diferentes quehaceres bajo del mismo tema. Aquí las visiones de un reciclador ingenioso urbano y el contraste con el artesano que reusa su material de desgaste complementado por la gestión de la organizadora de proyectos para el beneficio de las comunidades menos privilegiadas en búsqueda de alternativas creativas para la sostenibilidad vivible, hizo que se diera una fusión natural muy exquisita.
Aun otro de los momentos sobresalientes de estos encuentros fue la reunión de Daniel Matapí Yucuna y Oliverio Rodríguez Muinane su “abuelo”, en diálogo sobre las técnicas de la pesca y sus historias contadas desde la perspectiva de la diferente generación. Daniel mostró un respeto excepcional sobre la sabiduría del abuelo Oliverio, y sus ritmos y memorias al contar de manera deliberada como él aprendió a pescar. Y en contraste, ¡Daniel explicó el mito de como los pescados llegaron a ser y nadar en el río!